Durante una tranquila mañana de diciembre, un niño encuentra en una de las playa de Gijón un brazo. El padre estupefacto por ver como su hijo juega con "eso", decide llamar a la policía.

Después de hacer la pruebas pertinentes, los agentes saben a quién pertenece: Alfredo Santamaria. Uno de los empresarios que están dentro de InverOrient, una empresa envuelta en plena investigación por estafa piramidal.

Gracia San Sebastián, quién había sido contratada de forma externa por el caso del fraude, verá como su principal sospechoso va apareciendo por partes. Y también acogiéndose al nuevo rol que tiene dentro del cuerpo de la policía.

Por otra parte tenemos a Levka Puscasu, el socio de Santamaría y mafioso ruso, que intentará por todos los medios saber quien se esconde detrás del asesinato y que la liquidación de la empresa no levante más sospechas. Para ello, Puscasu viajará hasta Gijón para encontrar las respuestas.

Ana Lena Rivera hace que el lector quiera descubrir más de esta historia que se va intercalando en dos tiempos. En esta ocasión, la rotura espacio temporal se hace muy bien aunque al principio cuesta entender el porque. Para mí este punto es importante, ya que hace relativamente poco leí El suicidio de Willy Malpica y digamos que no tuve una buena experiencia.

Cabe decir que Los muertos no saben nadar es una continuación de anteriores novelas de la autora. Pero la forma en que Lena introduce los datos, hace que cualquier lector no se quedé colgado. Dando igual si no has leído los libros previos, como fue mi caso, o si ya los has leído. Un claro ejemplo de esto es la intrahistoria de Gracia. De como va moviendo a Rodrigo, su actual pareja y abogado que le pasa los casos de estafa de la Seguridad Social, y a Jorge, el aún esposo.

Para mi ha sido una delicia poder compartir este libro con las personas detrás de Soy Yincanera y especialmente de disfrutar de la Yincana Criminal.